ISSN Impreso: 1794-9920
ISSN Electrónico: 2500-9338
Volumen 22-N°4
Año 2022
Págs. 71-82
ENERGÍAS RENOVABLES Y
NO RENOVABLES EN MÉXICO: ANÁLISIS DEL EFECTO CONTAMINANTE Y EL CRECIMIENTO
ECONÓMICO.
Diana Xóchitl González-Gómez[1]
Enlace Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3062-9961
Abril Zacarías-López[2]
Enlace Orcid: https://orcid.org/0000-0002-9447-6397
Jozelin María Soto-Alarcón[3]
Enlace Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3931-9310
Fecha
de Recepción: 15 de septiembre 2022
Fecha
de Aprobación: 18 de Diciembre 2022
Resumen:
Las energías limpias reducen los gases de efecto invernadero, aunque el
consumo energético tanto de renovables como no renovables pueden fomentar el
crecimiento de las economías. El objetivo del artículo es analizar el consumo
de las energías desde el enfoque teórico del crecimiento económico y del efecto
contaminante, mediante la técnica de cointegración de Johansen para determinar
las posibles relaciones de largo plazo entre las variables durante el periodo
de 1980 a 2018 en México. Con los resultados se comprueba que las energías
renovables tienen un mayor efecto en el crecimiento económico y que reducen la
contaminación.
Palabras clave: combustibles fósiles, crecimiento económico, emisiones, energía
renovable, México
RENEWABLE AND NON-RENEWABLE ENERGY IN MEXICO: ANALYSIS
OF THE POLLUTING EFFECT AND ECONOMIC GROWTH
Abstract
Clean energy reduces
greenhouse gases, although energy consumption from both renewable and
non-renewable sources can promote economic growth. The objective of the article
is to analyze the consumption of energies from the theoretical approach of
economic growth and the polluting effect, using the cointegration technique of
Johansen to determine the possible long-term relationships between the
variables from 1980 to 2018 in Mexico. The results show that renewable energies
have a more significant effect on economic growth and reduce pollution.
Keywords: fossil fuels, economic growth, emissions,
renewable energy, Mexico
ENERGIAS
RENOVÁVEIS E NÃO RENOVÁVEIS NO MÉXICO: ANÁLISE DO EFEITO POLUENTE E DO
CRESCIMENTO ECONÓMICO
Resumo
As energias limpas reduzem os gases com efeito de estufa, embora o
consumo de energia, tanto de energias renováveis como não renováveis, possa
promover o crescimento das economias. O objectivo do artigo é analisar o
consumo de energia a partir da abordagem teórica do crescimento económico e do
efeito poluente, Utilizando a técnica de cointegração de Johansen para
determinar as possíveis relações de longo prazo entre as variáveis durante o
período de 1980 a 2018 no México. Os resultados mostram que as energias
renováveis têm um maior impacto no crescimento económico e na redução da
poluição.
Palavras-chave: combustíveis fósseis,
crescimento econômico, emissões, energia renovável, México
1. INTRODUCCIÓN:
El
cambio climático es el mayor desafío en la actualidad (ONU, 2020). El dióxido
de carbono (gas de efecto invernadero) contribuye en gran medida a este
problema ambiental como resultado de la quema de combustibles fósiles. Uno de
los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático constituye
intensificar las acciones e inversiones hacia un futuro sostenible con bajas
emisiones de carbono (Acuerdo de París 2015) (ONU, 2020).
Esta
tendencia global hacia las energías renovables, ha conducido el despliegue de
proyectos de infraestructura, de gran escala, que requieren muchos años para su
desarrollo y construcción, involucran múltiples actores públicos y privados,
son transformadores e impactan a millones de personas (Flyvbjerg, 2017, citado
en Domínguez, 2011). Aunque también hay proyectos nuevos en ejecución y en
operación con hidrocarburos (Proyectos México, 2021). Este escenario ilustra
una disyuntiva para nuestro país.
Las
energías renovables juegan un papel importante en la oferta energética de países
europeos y en Latinoamérica. México, aun cuando posee el potencial para generar
energía a través de fuentes renovables, debido a que cuenta con altos niveles
de insolación, recursos hídricos para instalar plantas minihidráulicas, vapor y
agua para el desarrollo de campos geotérmicos, zonas con intensos y constantes
vientos, grandes volúmenes de esquilmos agrícolas e importantes cantidades de
desperdicios orgánicos en las ciudades y el campo (SEMARNAT, 2018), ha
orientado su política energética hacia el fomento de la producción de energías
no renovables.
Distintos
enfoques teóricos y conceptuales analizan los impactos de los proyectos de
infraestructura en países poco desarrollados: a) la perspectiva de los derechos
humanos y el desplazamiento forzado; b) los conflictos ambientales; c) estudio
de las estrategias, recursos, discursos e identidades construidas por
movimientos sociales; d) la perspectiva del crecimiento económico, e)
desarrollo regional, f) los procesos de política pública, entre otros (Domínguez,
2011).
En
esta investigación se utiliza el enfoque del crecimiento económico y el de las
repercusiones ambientales, con el objetivo de indagar tanto los efectos del uso
de las energías renovables y no renovables en el crecimiento económico de
México, como identificar el efecto contaminante, mediante un estudio de series
de tiempo de 1980 a 2018. Existe evidencia empírica en países europeos donde
prevalecen efectos positivos en el crecimiento y desarrollo económico a causa
de las energías renovables y no renovables, así como una reducción/aumento en
las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por el uso de energías renovables/no
renovables (Caraballo y García, 2017). En México, no se cuenta con un estudio
que utilice los datos más recientes donde separe los efectos de estas energías
en dos variables: crecimiento y contaminación. La principal contribución de
este trabajo es que distingue el efecto de crecimiento con el producto interno
bruto per cápita total y el producto interno bruto per cápita de los sectores
económicos, con información oficial en un amplio periodo de tiempo.
El
trabajo está integrado en seis secciones. La primera sección es la
introducción. La segunda corresponde al marco teórico y referencial. La tercera
muestra la situación energética mundial y nacional. La metodología se describe
en la cuarta sección. En la quinta sección se presentan los resultados y la
discusión. Finalmente se muestran las conclusiones..
Crecimiento económico y efecto contaminante
El crecimiento económico se define como el aumento de la
cantidad de trabajo y el valor de bienes y servicios producidos por una
economía dentro de un periodo de tiempo concreto, generalmente se mide como el
porcentaje del aumento del producto interno bruto real (PIB), correlacionado
estadísticamente con el bienestar socioeconómico de un país (Larraín y Sachs,
2002). Mientras que el desarrollo se entiende como una condición social dentro
de un país, donde las necesidades auténticas de su población se satisfacen con
el uso racional y sostenible de recursos y sistemas naturales (Reyes, 2001).
En las teorías de
crecimiento económico se consideran dos modelos fundamentales de crecimiento:
exógeno y endógeno. Los modelos de crecimiento exógeno se refieren a modelos económicos
que atribuyen como determinantes del crecimiento a la tasa de ahorro, a la
fuerza laboral, al capital, al nivel de depreciación y al progreso tecnológico
(Zamarripa, 2016). Estas variables tienen la función de explicar el origen del
crecimiento económico o la manera en que se sostiene un modelo. Aunque no
consideran los diferentes grados de crecimiento que experimenta un país con el
paso del tiempo, sus supuestos sirven de apoyo en investigaciones actuales,
pues la principal conclusión de estos modelos es que las economías convergen en
un punto de crecimiento nulo, distinguiendo entre países desarrollados y
subdesarrollados. Un ejemplo es la teoría del crecimiento de Solow, donde
siempre que se postule una función de producción tipo Cobb–Douglas, la tasa de
crecimiento que garantiza el pleno empleo será estable (Velázquez, 2013). Este
resultado ignora el problema original planteado por Harrod y Domar, que
presenta insuficiencias de demanda efectiva, desempleo, exceso de demanda
efectiva e inflación.
El crecimiento endógeno puede explicar el crecimiento del producto total
utilizando variables dentro de su sistema, en lugar de concluir que sólo un
progreso tecnológico generará crecimiento. Donayre et al. (2020) describen el
modelo AK como un tipo de crecimiento endógeno. Se caracteriza principalmente
porque la tasa de crecimiento del capital depende positivamente de la tasa de
ahorro y del nivel de tecnología, y negativamente de la tasa de crecimiento de
la población y de la depreciación; de modo que, si aumenta el ahorro y la
tecnología, disminuye el ritmo de crecimiento de la población y aumenta el
capital de forma que sea mayor a los ritmos de depreciación de este,
propiciando condiciones favorables para el crecimiento económico a largo plazo.
El modelo es sostenible y puede explicar el crecimiento económico por sí solo,
a diferencia de los modelos neoclásicos.
En el desarrollo económico está la teoría de la dependencia de recursos
(Vargas-Hernández, 2008), donde la escasez implica cambios en los procesos. Las
organizaciones que enfrentan escasez de recursos buscan una mayor
competitividad para adquirirlos o bien, innovar, con la finalidad de usar
recursos alternativos. Se aborda la teoría de la globalización que enfatiza las
transacciones económicas y sus vínculos políticos y financieros realizados con
la complicidad del desarrollo de las tecnologías de la información y la
comunicación, desde una perspectiva de los elementos culturales. Sin embargo,
existen datos que corroboran que América Latina se encontraba mejor antes de la
imposición del modelo de desarrollo económico neoliberal y de aplicación
forzosa de la globalización (Vargas-Hernández, 2008).
En la teoría neo institucional, las instituciones políticas son el
sustento del desarrollo económico y social (North, 1998). La evolución de las
estructuras de gobernabilidad de las instituciones políticas y económicas
generan ambientes que contribuyen al aumento de la productividad y el
crecimiento económico. Dada la importancia de las instituciones, el subdesarrollo
es resultado de las fallas del Estado para proveer las estructuras de gobierno
que garanticen instituciones que aseguren el desarrollo de los pueblos.
Finalmente,
señalamos los elementos teóricos del crecimiento que se relacionan con el consumo
de energía y la contaminación. Las consideraciones climáticas inciden en la
política energética de los países en dos sentidos: el consumo de energía
siempre que emita carbono y las diversas fuentes de energía con distintas
emisiones de carbono (Tietenberg y Lewis, 2009).
Resultados De Estudios Empíricos
Los trabajos empíricos
muestran distintos resultados entre el crecimiento económico y el uso de
energía bajo diferentes métodos de estimación, observaciones y periodos de
estudio (Salazar-Núñez y Venegas-Martínez, 2018). En Colombia, Indonesia,
Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica (CIVETS) existe una relación de causalidad
del PIB a las emisiones de CO2, y del consumo de energía a las emisiones de
CO2, lo cual implica que en el largo plazo el crecimiento económico es un
determinante del cambio climático a través de las emisiones de CO2 (Campo y
Olivares, 2013). Mediante una Curva de Kuznets Ambiental muestran que cuando el
crecimiento económico incrementa el nivel de emisiones de CO2, este aumento se
estabiliza para después presentar una reducción de las emisiones, por lo que
los países se vuelven más eficientes en la producción, con mejores procesos
productivos y cada vez menos contaminantes.
En el
caso de los países de la OCDE, hay una causalidad bidireccional, en el sentido
de Granger, entre el crecimiento económico y el consumo de energía, y la
energía no renovable (Loaiza, 2018). En Ecuador, existe una relación de
cointegración de largo y corto plazo entre la energía sustentable y no
sustentable y el crecimiento económico, y una relación causal de energía
sustentable a crecimiento económico. Las energías sustentables en Ecuador
contribuyen positivamente a su crecimiento económico, con bajos costos
comparados con los de combustibles fósiles y no contaminan. Las emisiones de
CO2 como resultado de la combustión fósil, es preocupante, por ello, Loaiza
(2018) sostiene que un modelo económico sustentable con el ambiente es
prioritario.
La
relación entre el uso de energía y la formación bruta de capital con el
crecimiento del PIB, es estudiada por Salazar-Núñez y Venegas-Martínez (2018)
para una muestra de 73 países, agrupados según su nivel de ingreso. Tanto a
corto como a largo plazo, el crecimiento del PIB es explicado por las otras dos
variables, excepto para el grupo de países con ingreso medio-alto. México es de
ingreso medio-alto según el Banco Mundial. Sin embargo, Gómez (2011) encuentra
una relación positiva entre crecimiento económico, consumo de energía y
emisiones de CO2, esto se explica principalmente por los incrementos de energía
en los sectores industrial, residencial y transporte. Estos hallazgos dan
pautas para la política energética en cada país.
Alarco
(2006) realiza proyecciones de las emisiones de CO2 por la combustión de
energéticos y simula cómo las políticas implementadas en ese momento no serán
suficientes para reducir las emisiones y alcanzar las metas internacionales.
Las emisiones de CO2 no pueden disminuir en la forma esperada siempre que la
tasa de crecimiento económico no se reduzca, ciertamente esta premisa no es
deseable. “El problema de cómo el mercado toma decisiones energéticas es que, a
falta de una regulación explícita, las emisiones de carbono generalmente implican
una externalidad para el consumidor de la energía” (Tietenberg y Lewis, 2009,
pp. 168)
En
conclusión, hay una relación entre crecimiento, uso de energía y emisiones
contaminantes en cualquier economía (Gómez, 2011, p. 67). En la literatura se
encuentran resultados que van en sentido bidireccional entre crecimiento
económico y consumo de energía, así como unidireccional, el crecimiento del PIB
causa, en sentido de Granger, al consumo de energía, o bien, consumo de energía
hacia crecimiento económico. Para el caso de México la relación va de
crecimiento económico a emisiones contaminantes (Gómez, 2011).
Panorama
mundial
Producción
total de energía
Durante
el 2018 en el mundo se produjeron alrededor de 14,505 mega toneladas
equivalentes de petróleo (Mtoe), que conformaron el mayor crecimiento histórico
con respecto al 2017 (TCA: tasa de crecimiento anual del 3.4%) (véase Tabla 1).
China y Estados Unidos son los mayores productores a nivel mundial y su
contribución conjunta es del 64% con respecto al crecimiento global. Sin
embargo, la tasa de crecimiento disminuye para 2019 (de 3.4 a 1.5%). México
contribuye únicamente con el 1% de la producción total global y presenta una
tasa de crecimiento anual decreciente a partir del año 2012.
Tabla 1: Producción total de energía (Mtoe)
Fuente: Elaboración propia con datos del Anuario
estadístico mundial de
energía (Enerdata).
Consumo
total de energía
En 2019 el consumo global de energía presentó un crecimiento lento
(0.6%) en comparación a los años anteriores (véase Tabla 2). China se ha posicionado como el mayor
consumidor de energía en el mundo a partir del 2009; registró su mayor
crecimiento en el año 2011 respecto al 2010 (7.3%). Mientras que Estados Unidos
tuvo su consumo máximo en el año 2018, con una tasa de crecimiento de 3.5%
respecto al 2017. México consume el 1.2% de la energía total mundial y la tasa
de crecimiento es decreciente a partir de 2012, incluso se vuelve negativa
desde 2014.
Tabla 2. Consumo total de energía (Mtoe)
Fuente: Elaboración propia con datos del Anuario
estadístico mundial de energía (Enerdata)..
Producción
total de electricidad
En 2018 se produjo un
total de 26,650 TWh con una tasa de crecimiento anual (TCA) de 3.6% con
respecto al año anterior; sin embargo, en 2019 la producción creció a un ritmo
mucho más lento (1%) (véase Tabla 3). China es el país que más contribuye en la
generación mundial de electricidad, mientras que Estados Unidos mostró una
disminución en su producción de poco más del 1%, respecto al 2018. México
presenta una tasa de crecimiento de 4.2% en 2019 y mantuvo su participación a
nivel global (1.3%) en promedio.
Tabla 3. Producción total de electricidad (TWh)
Fuente: Elaboración propia con datos del Anuario
estadístico mundial de energía (Enerdata).
Consumo
total de electricidad
El consumo doméstico total de electricidad creció en cada periodo,
aunque de 2018 a 2019 a una tasa de crecimiento anual (TCA) decreciente (de 3.5
a 0.7%) (véase Tabla 4). China y Estados Unidos consumen en 2019 casi el 50% de
la electricidad total mundial. México consume el 1.3% (misma cifra que en la
producción global) de la electricidad total mundial y su tasa de crecimiento
presentó una disminución de 2018 a 2019 (de 7 a 4.1%).
Tabla 4.
Consumo doméstico total de electricidad (TWh)
Fuente: Elaboración propia con datos del
Anuario estadístico mundial de energía
(Enerdata).
Participación de las energías renovables en la
producción de electricidad
La producción mundial de electricidad a base de energías renovables
aumentó en 1.1 puntos porcentuales de 2018 a 2019 (véase Tabla 5). Noruega, Brasil y Nueva Zelanda
son ejemplos de países con un alto porcentaje en el uso de energías renovables
para producir electricidad, desde el año 2010 hasta el último año disponible
(97.62, 82.31 y 81.88% en 2019, respectivamente). Por el contrario, China y
Estados Unidos registran porcentajes menores en este rubro (26.98 y 17.88% en
2019, respectivamente), aunque la tendencia en el uso de renovables es
creciente en el periodo analizado. En el caso mexicano la tendencia no es muy
clara, de 2010 a 2013 se observa una disminución de 3.3 puntos porcentuales, de
2013 a 2014 un incremento de 4.24 puntos porcentuales. Finalmente, de 2018 a
2019 se muestra un crecimiento de 1.27 puntos porcentuales. En este último año
apenas el 17.54% de la producción de electricidad en México es a base de
energías renovables, cifra que se encuentra por debajo del porcentaje a nivel
mundial (26.62%).
Tabla 5. Porcentaje de la producción de electricidad con
energías renovables
Fuente: Elaboración
propia con datos Enerdata (2021).
El agotamiento de los recursos ha obligado a buscar una mayor eficiencia
en la producción y en el uso de la energía, y a desarrollar el potencial del
uso de fuentes de energía no fósiles (SENER, 2012, 2018). Hasta 2014, México
contaba con una capacidad efectiva instalada para la generación de energía
eléctrica de 65,452 MW, de los cuales 16,047 MW provinieron de fuentes
renovables de energía (eólica, solar, hidráulica, geotérmica y de biomasa), lo
que representa el 24.5% del total de la capacidad instalada. A nivel nacional,
la Ley de Transición Energética (LTE) (Decreto, 2015) estableció como objetivo
una participación mínima de energías limpias en la generación eléctrica del 30
% para 2021 y del 35 % para 2024 (ICEX, 2020).
La política energética
actual busca modernizar y fortalecer a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la
Comisión Federal de Electricidad (CFE) como empresas productivas del Estado,
100% públicas y mexicanas; reducir la exposición del país a los riesgos
financieros, geológicos y ambientales en las actividades de exploración y
extracción de petróleo y gas natural; y permitir que la Nación ejerza, de
manera exclusiva, la planeación y control del Sistema Eléctrico Nacional, entre
otras, según lo decretado por la Secretaría de Energía (Aviso, 2021). Dejando
al margen el uso de energías renovables al implementar un contrato de cobertura
eléctrica con compromiso de entrega física, que incluye la compraventa de
energía en una hora o fecha futura determinada (Aviso, 2021). Como las
tecnologías implementadas en las energías eólica y solar, son principalmente
del sector privado en México, un generador con este tipo de tecnologías no
tendría acceso a algún contrato, por lo que no hay una clara compatibilidad de
la reforma con el impulso a las energías limpias.
En esta investigación se
realiza un estudio de series de tiempo mediante la técnica de cointegración de
Johansen. Las variables que se utilizan se dividen en tres grupos: las de crecimiento económico, la del efecto contaminante y las
del consumo de energías. En el primer grupo están: el producto interno
bruto per cápita (PIBpc), el producto interno bruto per cápita del sector
primario (PIB1pc), el producto interno bruto per cápita del sector secundario
(PIB2pc) y el producto interno bruto per cápita del sector terciario (PIB3pc).
En el segundo grupo: las emisiones de dióxido de carbono (CO2). En
el último: el consumo de petróleo y otros líquidos como proxy del consumo de
energías no renovables (CENR) y el consumo de renovables y otros como proxy del
consumo de energías renovables (CER). Todas las variables se toman en logaritmo
natural. Las variables de producción se obtuvieron del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI). La fuente de información de las demás series
es U.S. Energy Information Administration (EIA). La temporalidad de los datos
es anual durante el periodo de 1980 a 2018.
Técnica de cointegración
Con la técnica de
cointegración se busca una combinación lineal de las variables de estudio que
sea estacionaria, si es el caso, entonces se puede afirmar que las variables
dependientes e independientes están cointegradas. Es decir, esta técnica tiene
como propósito hallar las posibles relaciones de equilibrio de largo plazo
entre el grupo de variables de producción y las de consumo de energías, y entre
el efecto contaminante y el consumo de energías. De acuerdo con Johansen (1988)
se derivan los estimadores de máxima verosimilitud de los vectores de
cointegración para un proceso autorregresivo con errores independientes, con el
objetivo de identificar el rango de la matriz, además del eigenvalue máximo y
el estadístico de la traza.
Para llevar a cabo el ejercicio
de cointegración se realiza el siguiente procedimiento: a) aplicar las pruebas
de raíz unitaria a las variables para determinar el orden de integración, b)
estimar el vector autorregresivo (VAR), c) determinar el número de rezagos, d)
precisar las relaciones de cointegración mediante la prueba de la traza y del
eigenvalue máximo, y e) estimar el posible (o posibles) vector (es) de
cointegración.
Se aplican tres pruebas de raíz unitaria:
Dickey-Fuller Aumentada (ADF) (Dickey y
Fuller, 1981); Kwiatkowski, Phillips,
Schmidt y Schin (KPSS) (Kwiatkowski et al., 1992), y Phillips-Perron (PP)
(Phillips y Perron, 1981). Dickey
y Fuller (1979) construyen la prueba de estacionariedad ADF, asumen un modelo
autorregresivo (ecuación 1), donde el término
Kwiatkowski et al. (1992)
derivan la prueba de raíz unitaria basada en una versión modificada del estadístico LM para
utilizar el estadístico LBI (locally best invariant). Descompone la serie en
tres elementos: la tendencia determinística, la caminata aleatoria y el error
estacionario (ecuación 2), donde
El test de Phillips-Perron (PP) (Phillips y Perron,
1988) es una extensión del trabajo previo de Phillips (1987). La prueba
considera los casos que incluyen deriva y deriva con tendencia lineal en la
especificación. Esta es una de las ventajas de la prueba PP, ya que en muchos
casos de las series temporales en economía se presentan tales situaciones. Se
prueba la existencia de raíz unitaria en una serie de tiempo contra la
estacionariedad..
4.
Las pruebas de raíz
unitaria se estiman con una estructura de tendencia y constante para las series
en nivel y con constante para las series en primeras diferencias. Las series
tienen raíz unitaria al 95% de confianza, al menos en dos pruebas. Las pruebas
de estacionariedad en primeras diferencias se cumplen al 90% de confianza
(véase Tabla 6). Se decide incluir a todas las variables en el análisis de
largo plazo y se definen cinco modelos. CER y CENR están en cada modelo y la
variable dependiente es la que se va modificando: CO2, PIBpc, PIB1pc, PIB2pc,
PIB3pc.
Tabla 6. Pruebas de raíz
unitaria a las series temporales
Fuente: Elaboración propia
ADF: *, **, *** se
rechaza la hipótesis nula al 1, 5 y 10% de significancia, con valores críticos:
-4.288, -3.560, -3.216, respectivamente.
ADF primeras diferencias:
*, **, *** se rechaza la hipótesis nula al 1, 5 y 10% de significancia, con
valores críticos: -4.260, -3.548, -3.209.
PP: *, **, *** se rechaza
la hipótesis nula al 1, 5 y 10% de significancia, con valores críticos: -3.689,
-2.975, -2.619, respectivamente.
PP primeras diferencias:
*, **, *** se rechaza la hipótesis nula al 1, 5 y 10% de significancia, con
valores críticos: -3.668, -2.966, -2.616.
KPSS: *, **, *** se
rechaza la hipótesis nula al 1, 5 y 10% de significancia, con valores críticos:
0.216, 0.146, 0.119, respectivamente.
KPSS primeras
diferencias: *, **, *** se rechaza la hipótesis nula al 1, 5 y 10% de
significancia, con valores críticos: 0.739, 0.463, 0.347.
Se estiman cinco VAR no
restringidos bajo el criterio Akaike information criterion (AIC). Para definir
si existen relaciones de cointegración con la prueba de la traza o con el
eigenvalue máximo, o ambos, se establece la especificación adecuada al modelo.
La hipótesis nula es que no hay ecuación de cointegración y las siguientes
hipótesis es que hay: i) a lo sumo una, o ii) a lo sumo dos. El objetivo es
rechazar la hipótesis nula de ausencia de cointegración, es decir, encontrar, a
lo sumo, una relación de largo plazo entre las variables del modelo.
En el primer modelo: CO2
CER CENR, hay una relación de cointegración con la prueba de la traza y con el
eigenvalue máximo. En el segundo: PIBpc CER CENR una ecuación de cointegración
con el estadístico de la traza. En el tercero (PIB1pc CER CENR) no se encontró
alguna relación de largo plazo, por lo que no se incluyen los resultados en la
tabla 7. En el cuarto y quinto modelo: PIB2pc CER CENR y PIB3pc CER CENR,
respectivamente, se encuentra una ecuación de cointegración con la prueba de la
traza (véase Tabla 7).
Tabla 7.
Pruebas de cointegración
Fuente: Elaboración propia
C=constante, T=tendencia.
EC=ecuación de cointegración.
Con los resultados de las
pruebas y los coeficientes normalizados se establece el vector de cointegración
en cada modelo. En el primer caso, el modelo se estima con tendencia. En los
tres casos siguientes, sin tendencia y con constante. Entre paréntesis está la
desviación estándar.
(0.0808) (0.1345) (0.0015)
(2.6439) (0.3037)
(0.5016)
(5.9771) (0.7208) (1.1469)
(3.4569) (0.4109) (0.6624)
En la ecuación 4 se
observa que no hay efecto contaminante si se consumen energías renovables
(CER), es decir, las emisiones contaminantes (CO2)
disminuyen a medida que se incrementa CER. Sin embargo, sí hay efecto
contaminante con el consumo de energías no renovables (CENR). La variable de
tendencia también muestra un incremento en CO2. Todos los
coeficientes son estadísticamente significativos y, en términos absolutos, el
efecto de CENR es mayor que el de CER, lo que indica que el efecto contaminante
de las no renovables es mayor que el efecto no contaminante de las renovables.
La ecuación 5 indica que el
consumo de energía tiene un impacto positivo en el crecimiento económico, donde
el consumo de energía renovable tiene un efecto mayor que el del consumo de
energía no renovable. Los coeficientes son significativos y tienen el signo
esperado. En el análisis por sector de actividad (ecuación 6) se muestra un
efecto de crecimiento en el sector secundario, si el consumo de energía se
incrementa. En este caso el efecto es mayor si se consumen energías no
renovables, aunque este coeficiente no es significativo al 95% de confianza. En
el sector terciario, el consumo de energía conduce a
mayores tasas de crecimiento (ecuación 7); el efecto de crecimiento es
mayor con las energías renovables y el parámetro de CENR no es significativo en
términos estadísticos. Por último, se inició la técnica de la causalidad según
Granger a las variables en sus primeras diferentes, sin embargo, con la
determinación del número óptimo de rezagos, ya no fue posible continuar con la
prueba.
Actualmente el uso de energías renovables es una
tendencia mundial, como estrategia para combatir el cambio climático en el
largo plazo. Pocos países tienen el potencial para producir energías limpias,
como es el caso de México; sin embargo, a pesar de esta ventaja, la política
energética reciente ha incentivado también la producción de energías no
renovables.
En el marco global, China
y Estados Unidos son los principales productores y consumidores de energía,
total y eléctrica. México mantiene niveles más bajos tanto en producción como
en consumo energético. La producción de electricidad a través de energías
renovables es mayor en los países de Noruega, Brasil y Nueva Zelanda, y
comparativamente menor en Estados Unidos, China y México. Aun cuando este
último es un país pequeño en relación a los dos primeros, su porcentaje de
renovables en la energía eléctrica es cercana a la de ellos.
La ventaja que podría
tener México dentro de la producción de energías con fuentes renovables, como
la solar y la eólica, se vio frenada a partir de la política energética del
gobierno actual que busca modernizar y priorizar a Pemex y CFE al modificar la Ley
de la Industria Eléctrica, publicada el 9 de marzo de 2021, donde la producción
de energía eléctrica estará a cargo de la CFE (DOF, 2021), limitando la
participación de los privados.
El enfoque de crecimiento
económico relaciona de manera positiva el consumo de energía con mayores tasas
de crecimiento del PIB real. El efecto contaminante establece una relación
inversa entre las emisiones de gases de efecto invernadero con el crecimiento
del PIB per cápita. La evidencia empírica mostrada en el caso de los CIVETS y
el Ecuador confirma estas relaciones. En México, también se encontró una
relación positiva entre estas variables en 2011.
Los principales
resultados de esta investigación indican que las emisiones contaminantes (CO2)
disminuyen a medida que se incrementa CER y aumentan conforme se incrementa
CENR. El consumo de energía tiene un impacto positivo en el crecimiento
económico, mayor con CER que con CENR. En el análisis por actividad económica,
el sector secundario muestra un efecto de crecimiento económico con el consumo
de energía, relativamente mayor con el CENR, aunque el resultado no es
significativo en términos estadísticos. Para el sector terciario, el consumo de
energía conduce a mayores tasas de crecimiento, cuyo efecto es mayor con el uso
de las energías renovables.
Se concluye que existen relaciones de largo plazo
entre el crecimiento económico, consumo de energía y emisiones contaminantes.
En síntesis, las energías no renovables propician el efecto contaminante por
las emisiones de dióxido de carbono. Mientras que el uso de energías renovables
promueve el crecimiento. Con lo anterior, resulta pertinente para la política
energética una revisión de las implicaciones que conlleva el fortalecimiento de
los combustibles fósiles como fuente primaria de energía en el país.
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[1] Profesora investigadora en el Área Académica de
Economía de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, dianax@uaeh.edu.mx.
Autor de correspondencia.
[2] Egresada de la Licenciatura en Economía de la
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, za314502@uaeh.edu.mx
[3] Profesora investigadora en el Área Académica de
Economía de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, jmsoto@uaeh.edu.mx